Tour de Francia 2023: una rivalidad, dos filosofías enfrentadas

El danés Jonas Vingegaard ha conseguido su segunda victoria consecutiva en la ronda gala, esta vez con una gran superioridad en la tercera semana sobre Tadej Pogačar. Dos ciclistas con formas diferentes de entender el ciclismo, pero con el mismo talento, que agrandan una rivalidad enorme.

Qué Tour hemos vivido, ¿verdad? Desde que se produjo el apasionado Gran Départ en Euskadi han sido tres intensas semanas en las que cada capítulo ha tenido su propia intrahistoria, además de un ritmo competitivo que ha llevado a los ciclistas al límite de la fatiga. La narrativa de esta edición nos ha hecho fluctuar por todo tipo de sentimientos, emociones y estados de ánimo: sorpresa, alegría, asombro, admiración, confusión, éxtasis, nervios, intriga…

No sería pretencioso definirlo como uno de los mejores del siglo XXI, por supuesto de la última década. Para algunos el Tour del año pasado reunió ese componente de novedad, y de terreno inexplorado, que fue comprobar que Tadej Pogačar no era imbatible. En una cosa coinciden ambas ediciones, y es en sus protagonistas. Y en las dos, el danés Jonas Vingegaard ha conseguido neutralizar al esloveno, este año incluso con mayor solvencia.

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El Tour de 2023 ha sido un choque de personalidades, enfoques, metodologías y filosofías, pero con el mismo talento innato. Tadej Pogačar es una persona cálida, expresiva y extrovertida. Sobre la bicicleta, sus tácticas son agresivas y, en muchos casos, fruto de la inspiración. Jonas Vingegaard es frío, comedido, calculador e introvertido. Posiblemente, el mejor líder para la estrategia de endurecimiento y desgaste de una estructura como la de Jumbo-Visma. Mientras el danés centró su preparación de manera exhaustiva e inamovible pensando en París, Pogačar nos deleitó con una primavera exquisita en la que se batió en duelo con los mejores clasicomanos del pelotón, y les ganó en Flandes. Esa versatilidad es lo que convierte al esloveno en un ciclista especial, y no tiene por qué cambiar.

Fotografía: James Startt

Resaltan los más de siete minutos entre Vingegaard y Pogačar después de que durante dos semanas las diferencias se mantuvieran en escasos segundos mientras Adam Yates (3º), Simon Yates (4º), Carlos Rodríguez (5º), Pello Bilbao (6º) o Jai Hindley (7º) se disputaran a lo lejos —muy a lejos— la tercera plaza del podio. El primer combate en los Pirineos noqueó de forma efímera al esloveno, pero se resarció en el Tourmalet y Cauterets. El carácter insaciable de Pogačar, amante de la actitud ofensiva, le llevó a atacar en cada pequeña oportunidad. Su explosividad favoreció que como una hormiguita fuera recuperando poco a poco el terreno perdido en Puy de Dôme o el Grand Colombier. Pero Vingegaard tuvo la capacidad de sufrir, resistir y contener las pérdidas consciente de su condición.

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La primera parte del bloque alpino fue un empate técnico extraño en el que la tensión y la desconfianza mutua llevó a situaciones desconcertantes con un marcaje al hombre. Pero la contrarreloj de Combloux lo cambió todo. El ciclista de Jumbo Visma arrasó con una superioridad absoluta, tanto física como técnica. La crono de Pogačar fue buena, pero Vingegaard simplemente se salió del mapa. Ese era el plan que había ocultado. Domó la bicicleta de contrarreloj para extraer su máximo potencial en los descensos, en el llano y en las cotas. El golpe definitivo llegó en el Col de la Loze, con un Tadej Pogačar que por un día se convirtió en humano, se vació y desfalleció bajo la atenta mirada del nuevo coloso de los Alpes. Y de esta forma, se desvaneció cualquier opción de recuperar el trono en el Tour.

Fotografía: Zac Williams / SWPix

Por segundo año consecutivo, Jonas Vingegaard se ha enfundado el maillot amarillo en París. Cada año deja muestras de que puede convertirse en el hombre Tour ideal, siendo el mejor escalador y un excelente contrarrelojista. Este 2023 ha sido la confirmación de ese posible inicio de un dominio histórico. Sin embargo, en esa ecuación hay un factor impredecible con nombre y apellidos: Tadej Pogačar. El esloveno está herido, pero el año que viene regresará a la ronda gala con la intención de seguir agrandando una rivalidad que promete ser mucho más intensa. Si alguien puede interponerse a un dominio aplastante de uno u otro son, precisamente, ellos mismos. En el podio de París se estrecharon las manos en señal de respeto mutuo en una imagen que transmitía un: “Nos vemos en 2024”.

Imagen de cabecera: Zac Williams / SWPix

 

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