Sobre el sueño ciclista

En su última columna, Laura Meseguer reflexiona sobre los sueños, la presión y las expectativas prematuras que generan los éxitos a edades tempranas, a través de los relatos de Arkaitz Durán, Estaban Chaves y Mauricio Ardilla.

Siempre me ha llamado la atención cómo el gran grueso del pelotón se hizo ciclista a consecuencia de soñar con ganar el Tour de Francia. Pocos, muy pocos, han logrado cumplir ese sueño. El resto se ocupa de encontrar su sitio en la jerarquía del pelotón mientras disfruta de la fortuna de vivir otra quimera realizada: la de ser ciclista profesional. En El Cycling Podcast en el que comparto micrófono con Joseba Beloki y el periodista de ESPN, Juan Charry, quisimos abordar el tema de los sueños y reflexionar sobre su logro, su frustración o su renuncia.

Desde la irrupción de los jóvenes maravilla como Pogacar, Bernal, Evenepoel y otros en progreso como Ayuso, llevaba un tiempo acordándome de Arkaitz Durán. En 2005 el ex ciclista vasco fue el primer corredor español en dar el salto desde la categoría junior al World Tour con dieciocho años. Llegó al equipo Saunier Duval con la etiqueta de ser el próximo ‘galáctico’ del ciclismo. Era la perla de Joxean Fernández Matxín. Sin embargo, la presión pesó tanto que terminó por recalificarse en la categoría amateur en 2011 con veinticinco años.

Llevaba sin hablar con él desde 2010, cuando coincidimos en su primer y único Tour de Francia. Hacía unos años que se había dado cuenta de que nunca cumpliría su sueño de ganarlo, y según se iba alejando del campeón que habían proyectado en él, renovó su sueño por volver a correr el gran tour francés al menos una vez más en su vida.

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Se hizo ciclista por su padre, que también lo fue, y empezó a gestar su ideal viendo los Tour de Miguel Indurain. A profesionales cuenta que llegó preparado físicamente pero no mentalmente. “Aún no había madurado”, reconoce en nuestra conversación. Fueron unos años en los que manejó como pudo la situación, a pesar de que contaba con la tranquilidad de firmar contratos de larga duración para darle estabilidad.

Reconoce momentos en que no fue profesional al 100% y ello se acentuaba al no obtener los resultados que de él se esperaban, mientras la presión seguía en aumento. Alejado completamente del ciclismo, dedicado al transporte, mira atrás a sus treinta y cinco años y se lamenta de que su juventud trabajase en su contra, que no supiese encontrar su sitio. Lo suyo quizás no era ganar, sino ser un buen gregario. Cuando quiso regresar tras recalificarse en amateur, la única puerta que encontró abierta fue la del ciclismo portugués. En 2015 se retiró sin victorias en su palmarés, ni volvió a correr el Tour de Francia.

Decía Arkaitz que quizás ahora el ciclista cuente con más mecanismos que en su época para afrontar una situación tan compleja como la suya. En esta misma web, podrán leer un artículo sobre Remco Evenepoel en el que habla de su crecimiento personal durante el otoño e invierno. Una madurez forzada, para que la psique acompañe a un cuerpo portentoso. Lo cierto es que es patente que la atención psicológica dentro de los equipos es a día de hoy el gran déficit del ciclismo profesional.

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Hablando con Esteban Chaves para el episodio Evolución reflexionaba en relación a lo que genera el éxito y las expectativas en una edad tan temprana: “yo no siento que alguien en el mundo esté preparado para eso ni que los equipos se preocupen por ello: si se lesionó, si sufre depresiones, si está triste… Cuenta el resultado y usted tiene que hacer esta cantidad de horas, estos esfuerzos, a estos vatios...Se puede medir absolutamente todo. Es muy difícil y el cuerpo humano y la mente va a reventar por algún lugar. Yo tuve la suerte de estar rodeado por personas que me quieren mucho y logré salir adelante”.

El colombiano, que fue podio en el Giro y en la Vuelta de 2016 y que ha fichado en 2022 por el equipo EF Education - Easy Post, reconoce cierto agradecimiento al hecho de haber tocado fondo hace unos años, para salir y así ver todo desde otra perspectiva, en una era en la que, no solo en el ciclismo, sino en la sociedad, prima la inmediatez y los resultados.

A propósito de esto, el ex ciclista colombiano, Mauricio Ardila, retirado en 2015, se considera un afortunado por haber vivido un ciclismo ligero de presión en estas edades tan tempranas. “Este acelerón de los equipos, de los mánagers y de todo este sistema por tener a los corredores jóvenes al más alto nivel me parece que hace que vayamos demasiado rápido y que vayamos a tener grandes campeones por poco tiempo”. Ardila es uno de los “satélites” del mánager italiano, Giuseppe Acquadro, en Colombia y se lamenta de que los agentes hoy en día estén preguntando por corredores juveniles “cuando apenas están aprendiendo lo que es el ciclismo”.

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Con la salud mental como tema importante —por fin— sobre la mesa, conviene cuidar en este caso a nuestros deportistas, con especial protección hacia los jóvenes, ante la dureza y el desgaste del deporte de alta competición. Porque como decía Chaves, “lo más sencillo en el ciclismo es dar pedales”. Es muy ilustrativo el mensaje que dirigía Arkaitz Durán a los ciclistas jóvenes, estrellas del deporte actual: “Que disfruten. Seguro que disfrutándolo sale bien”.

Y me viene a la cabeza la conversación que mantuve con Rigoberto Urán y Óscar Pereiro durante el confinamiento en la que los dos reconocían no haber disfrutado jamás del ciclismo de alta competición y el colombiano estaba en vías de dar con la fórmula para empezar a hacerlo. Confío en que ya lo ha hecho. Lo mismo que Chaves. En ambos casos hizo falta tropezarse y que temblase el alma, para levantarse fuertes y más sabios. Como decía el famoso dramaturgo alemán Friedrich Schiller: “vivir quiere decir soñar; ser sabio significa soñar apaciblemente”.

Imagen de cabecera: Tirelli Photo

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