En el Giro d'Italia la meteorología también juega

La nieve, el frio y la lluvia provocan estragos en el Giro de Italia cuando llegan las jornadas de alta montaña. Las ediciones de 2013 y 2014 fueron las más convulsas de la última década.

Las inclemencias meteorológicas forman parte esencial en la idiosincrasia del Giro de Italia. Su situación en el calendario, en el mes de mayo, y la elevada altitud de sus etapas montañosas en los Alpes provocan que cada edición haya jornadas que pendan de un hilo por la lluvia, la nieve y el frío.

En el Giro de 2021, la etapa reina ha visto como los colosos Passo Fedaia y Passo Pordoi, en el corazón de los Dolomitas, desaparecían del perfil. RCS Sports, entidad organizadora de la corsa rosa, y Mauro Vegni, su director, tuvieron que franquear la delgada línea que separa el espectáculo de la seguridad de los ciclistas y, con acierto en el fondo —quizá no tanto en las formas—, apostaron por evitar las carreteras peligrosas de ambos puertos; el Passo Giau se convirtió en la nueva Cima Coppi.

Es una situación a la que el Giro de Italia se ha tenido que enfrentar en más de una ocasión. En el primer triunfo de Vincenzo Nibali en el Giro en el año 2013, es posiblemente la temporada donde más consecuencias tuvo el temporal de nieve que azotó el norte de Italia. Hasta cuatro jornadas se vieron afectadas por modificaciones, reducciones de kilometraje o cancelación de pasos montañosos. La eliminación de Sestriere en la decimocuarta etapa tan solo fue la antesala.

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Llegó a plantearse la posibilidad de acortar en hasta cien kilómetros la jornada del día siguiente. Se trataba de un día especial en homenaje a Marco Pantani con final en el Col du Galibier. Se trabajó a destajo para liberar de nieve la carretera y finalmente pudo disputase, situando la meta en el monumento a El Pirata, como recuerdo de su ataque en el Tour de Francia de 1998 ante Jan Ullrich. La situación fue empeorando y la tercera semana del Giro de Italia se convirtió en un auténtico caos. Las carreteras impracticables en Costalunga, San Pellegrino y Giau obligaron a cancelar su paso en la vigésima etapa. Imposible no recordar la instantánea de Nibali celebrando el triunfo en Las Tres Cimas de Lavaredo —imagen característica de la geología dolomítica—.

El día anterior, en la decimonovena etapa, las inclemencias meteorológicas impidieron siquiera que la jornada pudiese llevarse a término. Era un momento histórico para el Giro de Italia, pues por primera vez se superaban en la misma etapa el Passo Gavia y el Passo dello Stelvio. Aquel mal sabor de boca llevó a la organización a incluir exactamente el mismo recorrido en la edición de 2014 con final en la estación de esquí de Val Mortello. La nieve volvió a ser protagonista un año más tarde, aunque con menos intensidad, por lo que la etapa pudo disputarse con normalidad. No obstante, se convirtió en una jornada rocambolesca que dio un vuelco total y confirmó la victoria final de Nairo Quintana.

El entonces ciclista del Movistar Team arriesgó en el peligroso y frío descenso del Stelvio. Junto al colombiano se marcharon Ryder Hesjedal —ganador del Giro de 2012— y Pierre Rolland. El líder, en aquel momento Rigoberto Urán, y el resto de favoritos, descendieron de manera segura aduciendo que la organización había comunicado que la bajada se encontraba neutralizada. Un hecho que RCS Sports se encargó de desmentir al instante. Fuera por despiste de la mayoría o por acierto de Quintana, lo cierto es que el colombiano aprovechó el resquicio legal que supuso que la carrera se encontrara lanzada para que a la organización le generase dudas de si tomar partido neutralizando el descenso. En esta ocasión, las condiciones complicadas, pero no imposibles, beneficiaron que se viviese un gran espectáculo.

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Dos situaciones que definen el carácter de una carrera como el Giro de Italia. Aunque también esa personalidad ha generado conflictos. No hay que remontarse a tiempos muy lejanos para encontrarnos con el plante de los ciclistas ante la disputa de una etapa. Las condiciones adversas y los más de 250 kilómetros de la decimonovena etapa del Giro de 2020 provocó que los ciclistas obligaran a neutralizar la carrera durante más de la mitad de la jornada, ante el estupor del mundo ciclista.

El Giro de Italia, una carrera única, también, por la incertidumbre que cada año genera el tiempo y las condiciones meteorológicas. 

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